El aspecto de la fama
Mientras caminaba por el barrio neoyorkino de Chelsea en busca de alguna galería de arte un hombre que estaba sentado en una mesa de una terraza pegó un salto y se colocó delante de mí mostrando con orgullo su camiseta. Mientras le miraba perplejo me preguntó si no la reconocía. Contesté que no y, extrañado, me dijo que era algo muy famoso allá por los años setenta y ochenta. La mujer con la que estaba sentado me preguntó si no reconcía al hombre que tenía delante, y tuve que admitir que no, que ni me sonaba. "¿Eres un artista?" me preguntó mirando mi cámara, "pues este es uno de los artistas más famosos de Nueva York". El hombre me pidió que le hiciera una foto, y me dio sus datos para que se la enviara. Me dieron algunos consejos sobre galerías de arte y me dejaron marchar. Así es que, ante ustedes, el hombre más famoso del mundo.