Sobre el dolor
"¿No es la chica más guapa que hayas visto nunca?", me preguntó mi amiga, y no tuve más que contestar que sí, que sin duda era la más guapa, con esos ojos negros y profundos, esas piernas fuertes y bien formadas, ese plumaje amarillo verdoso que está pidiendo a gritos que lo acaricien suavemente con la mejilla. Odette es la chica más guapa del mundo. Cualquiera que no conozca a Odette pensaría que es una oca, una oca de tres semanas, jovencita, sin el plumaje definitivo, y sería una terrible equivocación, porque Odette no es una oca. O al menos ella no lo cree así. Las ocas identifican a su madre y a su padre, a su familia, con lo primero que ven cuando rompen la cáscara de su huevo, y Odette lo primero que vio fue a mi amiga. No ha visto nunca una oca, lo único que ha visto es una familia humana, y a Kafka, el perro. Ella cree ser un ser humano, y va siguiendo a los humanos como si fueran su familia. Si viera otra oca no la identificaría como alguien de su misma especie, para ella los suyos, y ella misma lo es, son las personas. Cuando salimos a dar un paseo con el perro, Odette nos sigue tranquilamente, sin necesidad de ir atada con una correa ni nada. Va picoteando las hierbas que encuentra en su camino, pero no pierde el paso. Ha identificado ya a todos los miembros de la familia y a cada uno le llama por su nombre. Y cuando alguien se va emite un sonido especial de tristeza y desesperación por quedarse sola. Le encanta tumbarse encima de cualquier persona y, especialmente, dormir acurrucada en el espacio que hay entre el hombro y la oreja.
El hijo pequeño, andando marcha atrás, sin darse cuenta, le pisó la pata. Ella emitió un pequeño gruñido y se alejó cojeando. Le comenté a mi amiga que no parecía que se hubiera hecho mucho daño porque no se quejaba; me contestó “Odette es una presa, y eso no significa nada. Los depredadores, cuando sienten dolor pueden quejarse a gritos para pedir ayuda, eso no es un problema; pero cuando eres una presa y tienes una herida, por fuerte que sea el dolor lo más importante es no hacer ruido, no llamar la atención, porque un depredador puede ir a por ti en el momento en el que eres más vulnerable.”
Las ocas viven cuarenta años y son absolutamente monógamas. Un buen día dan unos paseos con otra oca, nadan un poco por el estanque, y cuando ven que se van a llevar bien, que quieren estar juntos, forman una pareja que es definitiva. Cuando uno de los dos muere el otro deja de comer y muere también al poco tiempo. La tragedia de Odette es que nunca se enamorará de una oca sino de otro ser humano. Y se enamorará de por vida.